La compra de Electronic Arts (EA) por un consorcio de inversores en el que participa el Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudí ha encendido una alarma dentro de la industria del videojuego. Valorada en 55.000 millones de dólares, la operación (una de las mayores en la historia del sector) ha desatado debates sobre el futuro de franquicias como FIFA, Battlefield y The Sims, provocando un profundo malestar entre quienes hacen posibles esos títulos.
En un comunicado que público, el sindicato Communication Workers of America (CWA) trasladó la voz de los trabajadores de EA: rechazo por la manera en que se negoció la venta y serias dudas sobre las consecuencias laborales y creativas que la transacción podría traer.
“Nosotros, las mismas personas que nos veremos perjudicadas como resultado de este acuerdo, no estuvimos representados en absoluto cuando se negoció o discutió esta compra”, subraya el escrito.
No hay crisis operativa: la crítica central
El CWA recalca que EA no atraviesa una crisis financiera que justifique la venta. Según el comunicado, la compañía obtiene 7.500 millones de dólares en ingresos anuales y más de 1.000 millones en beneficios unas cifras que, según los empleados, desmienten la narrativa de que la operación responde a una necesidad económica.
Para los trabajadores, la transacción refleja otra cosa: una concentración de poder y riqueza en beneficio de unos pocos inversores. Y con esa lógica, subrayan, vendrán decisiones tomadas desde fuera de los equipos creativos que desarrollan los juegos.
“Si se pierden puestos de trabajo o se cierran estudios debido a este acuerdo, sería una elección, no una necesidad, tomada para llenar los bolsillos de los inversores”, advierte el CWA.
Riesgo sobre estudios “menos rentables” y la reputación de EA
El sindicato apunta especialmente a los estudios internos que, aunque sean catalogados como “menos rentables”, albergan proyectos clave para la reputación de EA. Menciona expresamente preocupaciones que ya habían surgido en equipos como BioWare, responsables de sagas como Dragon Age y Mass Effect.
“Estamos particularmente preocupados por el futuro de nuestros estudios que se consideran arbitrariamente ‘menos rentables’, pero cuya contribución define la reputación de EA”, dice el comunicado. El temor es que, mediante criterios estrictamente financieros, se cierre o desmantele talento que ha sustentado la calidad y la identidad creativa de la compañía.
Los temores no surgen en el vacío. Desde 2022, la industria del videojuego ha sufrido oleadas de recortes que, en conjunto, han dejado más de 40.000 despidos. Además, el comportamiento de algunas empresas vinculadas al fondo saudí ha sido citado como ejemplo preocupante: Savvy Games Group, creada por el mismo Fondo, ha llevado a cabo despidos masivos en filiales como ESL FACEIT Group, donde se han eliminado centenares de puestos en procesos de reestructuración.
Ese historial hace que, para muchos trabajadores de EA, la venta no sea solo una operación financiera lejana, sino una amenaza tangible a sus empleos y a sus condiciones laborales.
La operación se concretó en parte gracias a un crédito de 20.000 millones de dólares otorgado por el banco más grande de Estados Unidos. El sindicato advierte que los nuevos propietarios planean devolver la mayor parte de ese préstamo para 2027, lo que, a su juicio, podría presionar para implementar recortes y reorganizaciones destinadas a maximizar retornos a corto plazo.
La preocupación trasciende lo económico: el caso ya atrajo la atención de senadores estadounidenses, que han planteado dudas sobre posibles riesgos de influencia extranjera y sobre la seguridad nacional derivados de la adquisición.
Frente a este panorama, el CWA solicita a las autoridades reguladoras una revisión exhaustiva de la operación para proteger puestos de trabajo, preservar la libertad creativa y asegurar mecanismos de rendición de cuentas para quienes diseñan y mantienen los juegos. Pero los trabajadores reconocen que las instituciones solo pueden hacer una parte del trabajo.
“La organización es lo único que garantiza a los trabajadores una voz real cuando cambia la propiedad”, afirma el sindicato. “Solo nosotros podemos dar forma al futuro de la industria.”
En ese sentido, el comunicado es también un llamado a la unión: reclamar transparencia, negociación colectiva y participación en las decisiones que afectan directamente a los equipos que crean los productos.
Un futuro en juego
La adquisición de EA representa un hito corporativo de enormes dimensiones. Sin embargo, detrás de las cifras y las páginas de los balances hay miles de desarrolladores, diseñadores, artistas y técnicos cuya estabilidad laboral y libertad creativa podrían verse afectadas por una estrategia empresarial orientada al beneficio financiero.
El mensaje de los empleados es claro: desean seguir creando mundos (no perderlos) ante decisiones que, temen, podrían priorizar retornos económicos sobre la salud y la voz creativa de la industria.