
Lo que comenzó como una iniciativa para promover la integración digital y el entretenimiento entre adultos mayores terminó convirtiéndose en uno de los eventos más entrañables y destacados del mundo de los esports. Care Esports, institución japonesa dedicada a organizar actividades recreativas para personas de la tercera edad, celebró a finales de junio un torneo de TEKKEN 8 que contó con una impecable producción digna de los grandes escenarios competitivos.
El evento reunió a 8 jugadores de entre 60 y 93 años, todos residentes de centros para adultos mayores ubicados en tres prefecturas diferentes de Japón. Dado el contexto, el torneo se realizó de manera remota mediante el modo en línea del juego.
Este no es el primer acercamiento de Care Esports con el universo de los videojuegos de lucha: en 2024 ya se había disputado una competencia de TEKKEN 7, sumándose a sus tradicionales torneos de Shogi y Othello.
Tras una serie de enfrentamientos eliminatorios, la gran final del torneo enfrentó a Yoshie Murabe y Sadayuki Kato, ambos de 73 años. Yoshie eligió al carismático Kuma, mientras que Sadayuki apostó por el luchador King. El duelo fue tan parejo como apasionante: cada uno ganó una ronda, llevando la contienda a un tercer y decisivo round.
Ahí, Murabe sorprendió con un dominio técnico impresionante, utilizando combos letales y el Rage Art en momentos estratégicos, lo que le permitió asegurarse la victoria y consagrarse como campeona. Como reconocimiento, recibió un trofeo oficial entregado por los organizadores.
El torneo destacó no sólo por la edad de sus participantes, sino también por su profesionalismo y producción. Fue transmitido en vivo, incluyendo comentaristas, fotografías de los competidores y detalles sobre sus personajes favoritos, logrando una atmósfera que no tuvo nada que envidiarles a competencias de gran escala como el EVO.
Este evento dejó claro que la edad no es un impedimento para disfrutar ni para destacar en los videojuegos. Al contrario, es una muestra del potencial que tienen los esports como espacio inclusivo, accesible y emocionalmente significativo.